Los laicos servitas. La difusión de la Tercera Orden y la devoción a la Dolorosa
Siglo
XVII
Si bien ya tenemos algún testimonio del movimiento seglar
Servita en los conventos españoles a principios del siglo XVII y de la devoción
a la Dolorosa, será, a partir de la segunda mitad, cuando se desarrollen
plenamente dichas realidades.
En
1660, la cofradía del «Buensuceso» de Barcelona cambia el nombre por «cofradía
de los Dolores»; al año siguiente (1661) y, también en Barcelona, se instituye la procesión de los
Dolores que se celebra el Domingo de las Palmas. Fray Francisco Epifanio Cedó, dio
principio, el 11 de febrero de 1663, a la «Congregación de Terciarios del
Hábito según la regla de Martín V», edificando, ese mismo año, un oratorio para
los terciarios, donde el altar estaba dedicado a la Virgen de los Dolores. En
su Relación, de 1667, fray Fco Epifanio
diferencia entre «Terciarios del Hábito» y «Cofradía de los Dolores». También
en 1663, todos los días festivos se veneraban los
Dolores de la Virgen, en la iglesia de la Santa Cruz del Hospital (Barcelona).
Además de fray Francisco
Epifanio, verdadero iniciador y propulsor de tal iniciativa, hubo otro
protagonista, Diego de Escolano y Ledesma que siendo obispo de Segovia pidió
ser inscrito en la Congregación de Terciarios de Barcelona, y licencia para
fundar en Segovia una Congregación, en la parroquia de San Andrés Apóstol (1667).
En 1668 fue nombrado arzobispo de Granada, y allí también fundó, en 1668, otra Congregación
de Terciarios. El 22 de septiembre de 1670 se le mandan cartas patentes para
que participe en los bienes espirituales de la Orden. Entre otras obras señalar
su Memorial (1670) que escribió a la
reina Mariana de Austria, la cual pidió a la Santa Sede que se pudiera recitar
el oficio y celebrar la misa de los Dolores, y gracias a este memorial y la
mediación de la reina, el 29 de abril de 1671, Clemente X, concede se pueda
celebrar la misa y el oficio de la Virgen de los Dolores en los reinos de
España.
La
fiesta viene celebrada la feria sexta después del domingo de la Pasión. El 3 de
septiembre de 1672 se concede algunas modificaciones sobre la rubricas de esta
misa. Después se suceden otras concesiones sobre el oficio y la misa (1673), y el
poder recitar el oficio y la misa de las Dolores en la diócesis de Córdoba. Ya
en 1739 se concede celebrarla el tercer domingo de
septiembre. También en 1672 se publica, en
Pamplona, la misa;
al año siguiente un oficio en Barcelona y en 1675 otro en Valencia.
A las iniciales fundaciones de
Congregaciones de Terciarios de Barcelona, Segovia y Granada, y las de los
conventos de los Servitas en Quart, Vila-rodona, Ampurias y Banyoles, hay que sumarle
las que fueron surgiendo por la geografía española como en Motril, Loja y
Alhama, Sevilla, Villa de Mora (Teruel), Besalú, Gerona, Cuenca, Gerona, Vic, Solsona, San Hipólito, Cardona,
Cervera, Tárrega, Igualada, Villafranca, Martorell, Mataró, Hostalrrich, Figueras,
Bisbal, Berga, Bagá, Villanueva de Cubellas, Caldas de Mombuy, Sabadell, Málaga,
Arbòs, El Vendrell, Sitjas, San Sadurní de Subirats, Esparguera, Valls,
Bellpuig, Torá, Torroella de Mongrí, Olot, Palafrugell, La Seo de Urgel,
Manresa, Peralada, Oliana (Urgel), San Hilario Çacalm.
También contribuyeron, entre
otros, fray Narciso Madiona, fray Narciso Galindo, y fray Lorenzo Reymundinez,
que además de sus empleos dentro de la provincia hizo esfuerzos, no solo, y
como ya hemos dicho, para fundar en Madrid, sino para fundar Congregaciones de
Terciarios, convirtiéndose en una figura clave de esta nueva realidad, que nace
y empieza a extenderse con fuerza en el tercer tercio del siglo XVII.
Hay que añadir a fray José Gaspar
Pescara quien, residiendo en Madrid, difundió también la devoción
a la Dolorosa publicando un libro y dando el escapulario de los Siete Dolores,
según él mismo cuenta, a la reina Mariana de Austria, a sus damas y a la Corte,
en la iglesia Real de San Jerónimo de Madrid, incluso al
cardenal Savo Mellini, al inquisidor general y al Patriarca.
En 1684
se manda una carta de hermandad al monasterio de las Descalzas Reales de Madrid.
También desde Madrid escribe Francisco de la Concepción y Urteaga pidiendo
bienes espirituales, para las Cofradías de los obispados de Guatemala, Honduras
y Nicaragua. Además, la producción bibliográfica española
también salió fuera de nuestras fronteras, siendo utilizada por autores como
fray Agostino Alevazoli.
Siglo
XVIII
La «familia» Servita siguió extendiéndose, y a ello
contribuyeron los frailes y los terciarios, entre los que se encontraban altas
dignidades eclesiásticas y nobiliarias. Entre estos podemos también incluir al
rey Carlos y a su consorte, quienes según Reymundinez son: «devotos de la Virgen
Sacratissima Dolorida en cuyo catalogo entran [...] y las exemplarissimas
Magestades de nuestro Augustissimo Emperador de Romanos, y Rey Catholico de
España Carlos Tercero de Austria, y de Isabel Christina su carissima Consorte,
los quales expressan su ardiente devoción todos los años, viniendo al oratorio
de los Congregantes a venerar a la Santissima Virgen, y acompañarla en sus
dolorosas angustias».
Continúa la expansión de las Congregaciones de los
Dolores que se multiplicarán por la geografía nacional, basta ver los registros
de los priores generales para entender la dimensión que tomó este fenómeno.
También las monjas Servitas del monasterio del Pie de la Cruz de Valencia,
alentaron la Tercera Orden en su ciudad, y los frailes de Barcelona siguieron
manifestando y celebrando la devoción a la Dolorosa en la liturgia, incluso personas
ajenas a la Orden, como Martín Gorostiza o el franciscano fray Lázaro de León.
Todo no
será un camino de rosas, dándose también problemas como ocurrió con la
Congregación de Igualada (1733). Además de nuevas fundaciones como en Tenerife,
Pamplona y León, en distintas ciudades españolas (Lérida, Barcelona y Cádiz) se
publican obras que hacen referencia a los congregantes y sus devociones, a
veces gracias a autores servitas como Zenón Mateo de Sorrivas, quien tradujo
una obra del italiano.
Siglo
XIX hasta 1848
Ya
en los primeros años del siglo XIX se da permiso para incluir en la
Congregación de Terciarios a las religiosas del Monasterio de las Descalzas
Reales. También en esos años se publicará un libro sobre la fundación de la
Orden, y se mantendrá correspondencia con Sevilla, Córdoba, Madrid, e, incluso,
con la Corte. En 1818 se instituyó en Madrid la sociedad de la Tercera Orden,
que fue aprobada en 1826 y que comenzará su andadura con la inscripción, en
1830, del rey Fernando VII y su familia entre sus terciarios. Una andadura
marcada por la correspondencia con la curia de la Orden y por las publicaciones
que se realizaron. En 1820, se publica en Madrid El verdadero siervo de María o Historia del origen de los servitas.
Y durante los años siguientes seguirán imprimiéndose distintas publicaciones.
Basta recordar las obras del servita fray Antonio Porta, de Vicente Perote o de
Martín de Gorostiza. También aparecerán versos, sumarios de indulgencias,
novenas y septenarios. El repertorio es inmenso. Señalar que Madoz, en su Diccionario, al referirse a la parroquia
de los Santos Juanes de Valencia, dice que hay cofradía de Nuestra Señora de
los Dolores.