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Iglesia del convento de Bolea (Huesca) |
FRAY CRISTÓBAL
SÁNCHEZ DE BORJA
Este valenciano, de la familia de los duques de Gandía, era hijo de Pedro y
Ursula; y antes de ser fraile Siervo de María, fue fraile dominico, donde profesó
el 27-7-1575 en las manos de Luis Beltrán; Canónico Regular y capellán del
ejercito del Duque de Saboya.
Si bien, durante su vida, tuvo su más y sus menos tanto
en la fundación del monasterio de monjas de Valencia, como en su relación con
los frailes de su Orden, lo cierto es que cinco Priores generales, y entre
ellos fray Angel Montorsoli, depositaron en él su confianza como Vicario suyo. Lo
importante no fueron sus defectos, sino las virtudes que iluminaron a sus
contemporáneos y su talante que empujó a la
naciente Provincia Española (1603).
Así, parece
que desempeñó el cargo de Vicario general desde 1594 (nombrado en el Capítulo
general de Budrio) hasta su muerte en 1607. Y aunque no participó en el
Capítulo general de 1597 (Roma), si asistió al celebrado en Roma
en 1600, participando ese mismo año como
Vicario general en el capítulo provincial de Provence (Francia).
En 1597 escribió al Prior general disculpándose por no
haber asistido al capitulo general, ya que, según el mismo escribió, había tenido mucho trabajo
fundando cuatro monasterios (el de Pie de la Cruz de Valencia en 1597, y otros
tres de los que no dice el nombre); también por que
el rey de España, Felipe II (1527-1598), le entretuvo en la Corte, y por
enfermedad (sufría de gota).
Gaspar Escolano, cronista de Valencia, escribía de fray Cristóbal
en 1610, que la Virgen lo guardó “para restaurador de
su orden”, y que antes de llegar a Valencia “dejaba ya levantadas en Cataluña
seis casas” (cita: San Baudillo de Llobregat, Belloch (Dorres -Francia-), Vila-rodona, Marçá, san
Francisco –Santpedor- y Ampurias). De forma directa o indirecta, intervino en
estas fundaciones.
Publicó en 1599 la Regla
del padre san Agustín y Constituciones de las religiosas del Orden de Siervos
de María de los conventos de Santa Ana en Murviedro e del Pié de la Cruz en la
ciudad de valencia. (1599); y en
1600 el Officium beatae Mariae virginis
de pedes crucis, desumptum ex breviario antiquo per reverendum patrem fratrem
Christophorum Sanches de Borgia, vicarium generalem Ordinis fratrum Servorum
beatae virginis Mariae.Ad usum rr. monialium sanctae Mariae de pedes crucis
Valentie habitantium, necnom monachorum sanctae Annae Monvedri.
El 13 de enero de 1608, la Cámara Apostólica inició un proceso contra los
bienes de fray Cristobal Sanchez de Borja, ya que tenía noticias de la muerte extraclaustra de
dicho fraile. Así conocemos que salió de monasterio de Valencia (donde residió
desde su fundación) hacia Barcelona el 14-11-1607, donde murió, en casa de “Na
Puig”, de calenturas el 31-12-1607. La priora (sor Ana Ortega) negó que muriera
fuera de la “Religión” y que estaba “en casa particular de posada”, porque la
enfermedad que tenia era grave y para estar bien cuidado y vigilado se aposentó
en aquella casa mientras estuvo enfermo. Además, le visitaban sus frailes y le
reconocían por su prior y por tal le obedecían hasta el día que murió.
Los muebles y bienes
que había en su estancia cuando murió, según la priora, habían sido prestados
por las monjas, para adorno de los aposentos y servicio de su persona, y que
antes de partir hacia Barcelona, lo restituyó al convento. Destacar, entre
otras cosas, la
pequeña biblioteca que tenía (Una Suma de santo Thomas, un libro
escrito a mano con memorias, un libro de epistolas y evangelios en italiano, un
quadragessimal, un libro de vidas patrum, unos escritos de lógica, un
ordinarium Barchinonense, un misal del orden de santo Domingo, un gran libro
intitulado De justicia et iure), y dos cuadros: uno “al olio del señor patriarca y arzobispo
don Joan de Ribera con medio cuerpo”, y otro, también al olio, “de la figura
entera del padre fray Cristoval Sanchez de Borja”.
Fray Cristóbal se
preocupó por la presencia de los Siervos de María en España. Y aunque no fue un
modelo perfecto de religioso, trabajó, desde su pequeñez y debilidad, por
construir lo que todos nosotros buscamos, el Reino de Dios.